sábado, 20 de febrero de 2010

SÓLO ESO


Una mala noche. Un mal sueño. Un despertador sonando excesivamente temprano para indicarme que es hora de empezar un nuevo día con la misma alegría fingida de siempre. Me miro frente al espejo, trato de simular la mejor sonrisa pero no hay caso. Hoy va a ser uno de esos días.
Voy caminando por la calle y la gente me resulta una mancha borrosa que se mueve muy rápido; a una velocidad innecesaria. Me encuentro con personas que conozco hace años, pero aún así no logro que me resulten familiares. Pongo cara de falso interés. Las palabras que pronuncian no son más que mero ruido, y uno bastante molesto; y las pocas que puedo articular yo se unen con desgano y forman una sola palabra incomprensible, algo así como un: mmmmienssueennotaañaanau.
Sigo caminando, ya sin espectativa alguna. Escucho el sonido de mis pasos en la calle desierta. ¿De verdad esto es la ciudad? ¿Dónde quedó todo el ruido y la gente que camina por todas partes, que ocupa todo el lugar y a veces hasta no deja respirar? No las extraño, pero no niego que me hacen falta para completar el paisaje gris en el que transcurre mi vida.
Y de pronto la vi.
Una puerta conocida, en una vereda familiar. Era como si mis piernas hubieran sido las unicas que tomaban conciencia de mis movimientos, y me hubieran llevado hasta allí por voluntad propia. Sin preguntármelo dos veces, golpeé la puerta. Pude notar una sonrisita incipiente asomando tímidamente por las comisuras de mis labios, casi sin saber por qué.
La puerta se abrió enseguida, permitiendome ver la magia. Y me di cuenta que eso era lo único que necesitaba para estar bien. Para estar feliz.
Tu sonrisa dándome los buenos días.

1 comentario:

  1. Yo creo que esa sensación de todo y cada uno de los días es estar feliz.
    Y tus ultimas palabras son las que engloban los sentimientos de felizmente alegre :).

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